cuadrantes y anteojos: instrumentos para un observatorio de la ilustración
Por: FRANCISCO JOSÉ GONZÁLEZ
Escuela de Estudios Superiores de la Armada, Real Instituto y Observatorio de la Armada


Astronomía en la Ilustración
Durante los siglos XVI y XVII, la astronomía europea evolucionó hacia el desarrollo de las que serían sus principales materias de trabajo en el siglo XVIII: el estudio de la mecánica celeste, contrastando las teorías newtonianas, y la organización de programas sistemáticos de observación astronómica, en los que astrónomos prácticos y constructores de instrumentos aunaron sus esfuerzos para la búsqueda de mayor precisión en los resultados de su trabajo. Fue así como los constructores de instrumentos, convertidos en una élite de la tecnología de precisión, contribuyeron decisivamente a la conclusión de los programas observacionales propuestos por los astrónomos.

Uno de los principales objetivos de los astrónomos de la Ilustración fue la astronomía de posición o astrometría, es decir, la determinación de la posición de los astros mediante el establecimiento del valor de sus coordenadas ecuatoriales (declinación y ascensión recta). Muchos de los principales instrumentos necesarios para este tipo de observaciones ya habían sido ideados en siglo XVII. Sin embargo, como consecuencia de la progresiva especialización y profesionalización de los constructores de instrumentos, a lo largo del siglo XVIII se produjo una sensible mejora de las características técnicas de estos aparatos. De esta forma, el cuarto de círculo mural, el instrumento de pasos, el péndulo de precisión y los telescopios refractores y reflectores se convirtieron en aparatos imprescindibles para un buen observatorio astronómico en la Europa ilustrada.

No obstante, además de las observaciones astrométricas, los astrónomos y geodestas realizaban otras observaciones relacionadas con cuestiones de interés mucho más práctico. De ahí el fomento de importantes aplicaciones prácticas de la astronomía, que fueron impulsadas por los gobiernos europeos a partir de principios del siglo XVIII. Por un lado, las dirigidas a la mejora de la exactitud de los trabajos cartográficos, imprescindible para las decisiones políticas relacionadas con el catastro y con la determinación de límites, y por otro las relacionadas con el perfeccionamiento de unos métodos que hicieran más segura la navegación oceánica.

Todo esto ocurrió en unos años en los que las influencias de la revolución industrial se dejaron notar claramente en la fabricación de instrumentos científicos. Así, los antiguos talleres vieron revolucionado su trabajo con la aparición de nuevos materiales, nuevas aleaciones y nueva maquinaria, mientras la estructuración en talleres artesanales especializados era abandonada paulatinamente para dar paso a las fábricas de tipo moderno, que contribuyeron al abaratamiento de los costes de producción de muchos instrumentos científicos.



El impulso astronómico en España

En España, donde el desarrollo institucional no había dado lugar a la creación de observatorios y a la profesionalización de los astrónomos, fue la marina de guerra la encargada de impulsar inicialmente el fomento de la astronomía práctica y el desarrollo de la navegación astronómica. Es este el contexto en el que podemos situar el papel del sabio Jorge Juan al frente de la modernización científica de la Marina, iniciada con su participación en la expedición al Virreinato del Perú, y continuada más adelante con sus misiones de espionaje industrial en Gran Bretaña. Tras su nombramiento como jefe de la Real Compañía de Guardias Marinas, fueron muchas sus aportaciones directamente relacionadas con la política de reorganización naval impulsada desde el gobierno: la reforma de las enseñanzas de navegación, la mejora de los arsenales de la Marina o la fundación del Real Observatorio de Cádiz.

El nuevo observatorio gaditano, el más antiguo de los observatorios astronómicos de España, fue fundado sólo unos años antes de que José Celestino Mutis partiese hacia Nueva Granada impregnado del espíritu ilustrado que se respiraba en esa ciudad. Sin lugar a dudas, esta nueva institución astronómica fue una de las que sirvieron de inspiración a José Celestino Mutis a la hora de plantear años más tarde la necesidad de fundar el Observatorio de Santafé de Bogotá. No podemos olvidar que el famoso botánico español había nacido en Cádiz y vivió en esa ciudad hasta 1760, fecha de su partida hacia América. Y Cádiz era en aquellos años una ciudad ilustrada y cosmopolita situada a la vanguardia de la ciencia española.




El despertar científico en el Nuevo Reino de Granada

Mientras todo esto ocurría en Cádiz, en el Virreinato del Nuevo Reino de Granada también se producía una cierta ebullición científica. Fueron los años de las expediciones y trabajos de Caldas, de la Real Expedición Botánica, de la visita de Humboldt y de la presencia de Mutis en tantas iniciativas interesantes como la fundación del Observatorio de Santafé de Bogotá en 1803. Un observatorio que nació a propuesta de Mutis tras el paso de Alexander von Humboldt por la ciudad y ante las buenas aptitudes para la astronomía que había demostrado Francisco José de Caldas. Por aquellas fechas, seguramente Mutis ya habría recibido noticias de la puesta en servicio de las nuevas instalaciones del observatorio de su Cádiz natal en la Real Isla de León, constatando la importancia que los científicos europeos otorgaban cada vez con más fuerza tanto a la astronomía teórica como a la astronomía observacional.

Podemos afirmar, pues, que el establecimiento de Bogotá nació como una iniciativa plenamente ilustrada que, además de servir como complemento científico a la Real Expedición Botánica que Mutis tenía a su cargo, se iba a convertir en el primer paso de la institucionalización de la astronomía en los territorios de ultramar de la Corona española. Y para ello tendría a su disposición una dotación instrumental muy parecida a la que habían tenido a su disposición los marinos astrónomos de Cádiz durante las décadas precedentes.







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