La astronomía que practicóFrancisco José de Caldas
Por: JOSÉ GREGORIO PORTILLA
OAN - Universidad Nacional de Colombia
Introducción
La figura de Francisco José de Caldas (1768-1816) no solo es fundamental para comprender la historia del nacimiento de Colombia como país independiente sino también como exponente singular en el proceso de conformación de los primeros criollos interesados en poner en práctica el movimiento ilustrado en tierras comúnmente refractarias a cualquier manifestación que implicara pensamiento independiente y escrutinio metodológico.
Al virreinato de la Nueva Granada, como a la mayor parte de las colonias españolas, apenas si había llegado un débil eco de las corrientes filosóficas y de los movimientos culturales y sociales que comenzaron a manifestarse en Europa a inicios del siglo XVII y que entrarían con toda ebullición allí a lo largo del siglo XVIII. De manera que no es de extrañar que Caldas, nacido en Popayán (para entonces importante centro económico del occidente del virreinato) haya manifestado con el tiempo que la calidad de su educación básica fue “adocenada” y que aun estaba inmersa en una “jerga escolástica”. Aun así, tuvo la fortuna de recibir el influjo de José Félix Restrepo, un inquieto profesor ilustrado, quien supo abrirle al joven Caldas el interés por las ciencias.
Las opciones de vida para los jóvenes varones que deseaban granjearse una profesión estaban solo restringidas a la milicia, al clero y, dentro de la práctica universitaria, únicamente el derecho, así que la familia de Caldas decide que Francisco José habrá de convertirse en abogado. De modo que este se traslada a Santafé de Bogotá, donde pasará los siguientes tres años estudiando para obtener el título. Pero al parecer, y después de retornar a su ciudad natal y ejercer varias actividades propias de la profesión, al joven Caldas no le agrada su profesión; cae enfermo y comienza, para entretenerse, a leer profusamente varios libros de astronomía que caen accidentalmente en sus manos. Su decisión de convertirse en buhonero para lograr algún sustento lo que hace es reforzar su capacidad de observación e inclinarlo aun más hacia las ciencias. Al profundizar en sus estudios descubre que las observaciones astronómicas de ciertos cuerpos y fenómenos celestes son la forma más adecuada para elaborar mapas, de los que prácticamente el virreinato carece y, los pocos disponibles, son terriblemente inexactos e inútiles. Caldas se propone entonces realizar observaciones del paso de estrellas por el meridiano para determinar latitudes de manera que construyó, o más exactamente, mandó construir gnómones y un cuarto de círculo. No contento con eso, se propuso luego determinar longitudes, lo que es más difícil, pues implica contar con un reloj lo más exacto que se pueda (lo que implica dominar la técnica para saber qué tanto se atrasa o retrasa) y un telescopio. La observación de un eclipse de Luna le permite fijar la longitud de la población de Gigante y con ello elaborar un mapa de las poblaciones cercanas a La Plata y Timaná. Poco después determinaría longitudes con base en la inmersión y emersión de los satélites galileanos. Es loable que Caldas, basado solo en lecturas de sus libros, sin contar con nadie a quien consultarle, haya entendido y llevado a la práctica los aspectos fundamentales para la determinación de latitudes y longitudes, con instrumentos mandados a construir por él mismo, así como modificando y adaptando relojes y telescopios que buenamente logró conseguir en Popayán.
Para el año de 1801 Caldas entra en comunicación epistolar con José Celestino Mutis, director de la Expedición Botánica, quien le suministra libros e instrumentos y lo alienta en sus estudios astronómicos y también botánicos. Poco después, y por asuntos de familia, Caldas debe desplazarse a lo que es actualmente la República del Ecuador; allí conoció a Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland, científicos europeos en un viaje de exploración científica, con quienes compartió experiencias, lo que le permitió pulir su técnica observacional. Estando en Quito entra a formar parte de la Expedición Botánica, lo que significó contar con instrumental y material bibliográfico financiado tanto por Mutis como José de Ignacio de Pombo, uno de sus mecenas. El payanés pasaría los siguientes cuatro años en la Presidencia de Quito, realizando varias expediciones en donde recolectó material botánico y zoológico, pero también realizando numerosas observaciones astronómicas entre las que se incluyen varios eclipses lunisolares, el paso de Mercurio por en frente del disco solar, numerosos pasos de estrellas por el meridiano y observaciones inmersiones y emersiones de los satélites de Júpiter, todo, conjuntamente, para la construcción de una “carta geográfica” de la región. También es preciso mencionar las observaciones del Sol en los solsticios para efectos de determinar el valor de la oblicuidad de la eclíptica.
A finales de 1805 Caldas se vio obligado a regresar a Santafé, esta vez para encargarse de la parte astronómica de la Expedición Botánica; Mutis mandó construir, entre 1802 y 1803, una edificación expresamente para ese propósito (Caldas lo llamó, al menos en un inicio, Observatorio de San Carlos). Para entonces Caldas estaba más inclinado al estudio de la botánica que al de la astronomía, de modo que aceptó a regañadientes. La ociosidad no estaba entre sus costumbres así que se dedicó a múltiples determinaciones de la latitud y longitud del Observatorio, así como la elaboración de una tabla de refracciones y a registrar fenómenos de carácter meteorológico. Sin embargo, no hay indicios de que haya existido una serie de comisiones dirigidas a visitar distintas zonas del virreinato para efectuar observaciones astronómicas y mejorar así el mapa de la región. En un escrito dedicado a describir el Observatorio se omite, curiosamente, cualquier alusión a servir de punto de referencia para la elaboración de un mapa del virreinato; sin embargo, reconoce que la posición ventajosa del Observatorio, lo convierte, para ese entonces, en el más alto y más meridional del mundo con el que podría sacarse mucho provecho para efectos de descubrir estrellas múltiples, nebulosas, etc. Pero Caldas no era el abnegado observador del cielo adepto a seguir rutinas nocturnas sistemáticas y prolongadas, de modo que tales tareas nunca se realizaron. La razón: Caldas juzgaba que el país en donde se encontraba tenía tantas necesidades que los estudios astronómicos debían restringirse en conseguir resultados concretos para el crecimiento y el bienestar de la población. Y ello se expresaba en un mejoramiento del conocimiento geográfico de la región para efectos de, por ejemplo, construir adecuadamente caminos y de ese modo optimizar las rutas comerciales. En otros términos: la astronomía es vista como una herramienta netamente utilitaria de la geografía. Que sepamos, la única observación sistemática por parte de Caldas que no tiene que ver con la determinación de coordenadas geográficas es la del cometa de 1807.
Con la muerte de Mutis Caldas tiene más libertad de acción y puede dedicarse a otros menesteres intelectuales. De modo que pronto se ve convertido en el editor del Semanario de la Nueva Granada, la primera publicación cultural del virreinato. Los acontecimientos de carácter político que afectan a Europa en 1810 terminan arrastrando a los criollos ilustrados que apoyan la independencia del Imperio Español; Caldas no es la excepción y juega un papel importante en la asonada del 20 de julio. Pronto los intereses entre las provincias ocasionan la guerra entre ellas y Caldas termina convertido en oficial de la milicia, primero centralista y luego federalista. Sus últimas observaciones astronómicas de las que se tiene constancia, realizadas para confeccionar un mapa, las realiza en una expedición militar entre Santafé y Tunja en 1812. Moriría fusilado por el ejército de reconquista española cuatro años después.
Portilla Barbosa, J. (2020). Firmamento y atlas terrestre: la astronomía que practicó Francisco José de Caldas. Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Ciencias. Observatorio Astronómico Nacional.
Tiempos de exploración
Para el año de 1801 Caldas entra en comunicación epistolar con José Celestino Mutis, director de la Expedición Botánica, quien le suministra libros e instrumentos y lo alienta en sus estudios astronómicos y también botánicos. Poco después, y por asuntos de familia, Caldas debe desplazarse a lo que es actualmente la República del Ecuador; allí conoció a Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland, científicos europeos en un viaje de exploración científica, con quienes compartió experiencias, lo que le permitió pulir su técnica observacional. Estando en Quito entra a formar parte de la Expedición Botánica, lo que significó contar con instrumental y material bibliográfico financiado tanto por Mutis como José de Ignacio de Pombo, uno de sus mecenas. El payanés pasaría los siguientes cuatro años en la Presidencia de Quito, realizando varias expediciones en donde recolectó material botánico y zoológico, pero también realizando numerosas observaciones astronómicas entre las que se incluyen varios eclipses lunisolares, el paso de Mercurio por en frente del disco solar, numerosos pasos de estrellas por el meridiano y observaciones inmersiones y emersiones de los satélites de Júpiter, todo, conjuntamente, para la construcción de una “carta geográfica” de la región. También es preciso mencionar las observaciones del Sol en los solsticios para efectos de determinar el valor de la oblicuidad de la eclíptica.
Caldas y el Observatorio
A finales de 1805 Caldas se vio obligado a regresar a Santafé, esta vez para encargarse de la parte astronómica de la Expedición Botánica; Mutis mandó construir, entre 1802 y 1803, una edificación expresamente para ese propósito (Caldas lo llamó, al menos en un inicio, Observatorio de San Carlos). Para entonces Caldas estaba más inclinado al estudio de la botánica que al de la astronomía, de modo que aceptó a regañadientes. La ociosidad no estaba entre sus costumbres así que se dedicó a múltiples determinaciones de la latitud y longitud del Observatorio, así como la elaboración de una tabla de refracciones y a registrar fenómenos de carácter meteorológico. Sin embargo, no hay indicios de que haya existido una serie de comisiones dirigidas a visitar distintas zonas del virreinato para efectuar observaciones astronómicas y mejorar así el mapa de la región. En un escrito dedicado a describir el Observatorio se omite, curiosamente, cualquier alusión a servir de punto de referencia para la elaboración de un mapa del virreinato; sin embargo, reconoce que la posición ventajosa del Observatorio, lo convierte, para ese entonces, en el más alto y más meridional del mundo con el que podría sacarse mucho provecho para efectos de descubrir estrellas múltiples, nebulosas, etc. Pero Caldas no era el abnegado observador del cielo adepto a seguir rutinas nocturnas sistemáticas y prolongadas, de modo que tales tareas nunca se realizaron. La razón: Caldas juzgaba que el país en donde se encontraba tenía tantas necesidades que los estudios astronómicos debían restringirse en conseguir resultados concretos para el crecimiento y el bienestar de la población. Y ello se expresaba en un mejoramiento del conocimiento geográfico de la región para efectos de, por ejemplo, construir adecuadamente caminos y de ese modo optimizar las rutas comerciales. En otros términos: la astronomía es vista como una herramienta netamente utilitaria de la geografía. Que sepamos, la única observación sistemática por parte de Caldas que no tiene que ver con la determinación de coordenadas geográficas es la del cometa de 1807.
Los últimos años de Caldas
Con la muerte de Mutis Caldas tiene más libertad de acción y puede dedicarse a otros menesteres intelectuales. De modo que pronto se ve convertido en el editor del Semanario de la Nueva Granada, la primera publicación cultural del virreinato. Los acontecimientos de carácter político que afectan a Europa en 1810 terminan arrastrando a los criollos ilustrados que apoyan la independencia del Imperio Español; Caldas no es la excepción y juega un papel importante en la asonada del 20 de julio. Pronto los intereses entre las provincias ocasionan la guerra entre ellas y Caldas termina convertido en oficial de la milicia, primero centralista y luego federalista. Sus últimas observaciones astronómicas de las que se tiene constancia, realizadas para confeccionar un mapa, las realiza en una expedición militar entre Santafé y Tunja en 1812. Moriría fusilado por el ejército de reconquista española cuatro años después.
Bibliografía
Portilla Barbosa, J. (2020). Firmamento y atlas terrestre: la astronomía que practicó Francisco José de Caldas. Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Ciencias. Observatorio Astronómico Nacional.