La entrevista


La travesía científica de Julián Alvarado Gómez
Hoy tenemos en eSPECTRA la oportunidad de presentar la entrevista al Dr. Julián David Alvarado Gómez (JA), físico y astrofísico colombiano, PhD en astrofísica. La entrevista la realiza nuestro editor Nicolas Molina (NM).


NM: Sé que trabajas como investigador del Instituto Leibniz de Astrofísica en Potsdam, Alemania, y que te especializaste en campos magnéticos estelares, su impacto en la actividad solar, vientos estelares y clima espacial. ¿Es correcto?
JA: Sí, exacto. Antes del pregrado y la maestría, ambas en Colombia, trabajé en astrofísica solar con el profesor Benjamín Calvo. Participé en la creación del Grupo de Astrofísica Solar (GoSA por sus siglas en inglés) del Observatorio Astronómico Nacional junto a Juan Camilo Buitrago y el propio profesor. Mi supervisor externo de maestría fue Juan Carlos Martínez Oliveros. En esa etapa estudié flares, sunquakes y astrosismología con holografía, temas que también trabajó más adelante otro miembro del GoSA: Ángel Martínez.

NM: ¿Y para el doctorado?
JA: Me vine a Alemania, a la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich. Aunque el título lo otorga la universidad, todo mi trabajo lo desarrollé en el European Southern Observatory (ESO), en Garching, una pequeña ciudad junto a Múnich que concentra grandes institutos de investigación: Max Planck de Astrofísica, de Física Extraterrestre, de Física de Plasmas, entre otros. El campus es pequeño, pero lleno de instituciones científicas de alto nivel.

NM: Luego pasaste por Estados Unidos.
JA: Sí, después del doctorado hice un postdoc en el Center for Astrophysics | Harvard & Smithsonian (CfA) con Jeremy Drake, experto en astrofísica estelar de altas energías y asociado a la misión Chandra de la NASA. Trabajé allí tres años y medio. Aunque mi financiación provenía de Chandra, Jeremy me dio libertad para desarrollar mis propios proyectos, principalmente en simulaciones numéricas. En 2019 obtuve el Karl Schwarzschild Fellowship, una posición de cinco años para desarrollar mi propio proyecto de investigación en el instituto donde estoy ahora. Aproximadamente al tercer año, se abrió la posibilidad de un tenure track, una posición que al cabo de unos cinco años puede convertirse en permanente tras una evaluación integral de mi trabajo. En este momento estoy en ese proceso. "Una de las diferencias clave entre un postdoc y un fellowship es la independencia: en el fellowship tú propones y lideras tu proyecto, eliges tus colaboradores y trazas la ruta de investigación."

NM: En ese tipo de proyectos, ¿eres tú quien busca a los colaboradores?
JA: Sí. En el fellowship tú escribes el proyecto y defines cómo lo vas a desarrollar, qué métodos y observaciones usarás, y con quién quieres trabajar. Esto es muy importante porque hoy en día se valora más la capacidad de colaborar y mantener redes activas que el trabajo solitario. Antes existía la imagen del “genio solitario”, pero la ciencia actual es profundamente colaborativa.

NM: Y en tu caso, ¿cuál fue la motivación inicial para estudiar física y luego astrofísica?
JA: Si vuelvo atrás, diría que fue gracias a la motivación de mis maestros. No tengo la historia típica de “siempre miré el cielo y quise ser astrónomo”. De niño me gustaban el fútbol, Caballeros del Zodiaco y los videojuegos. La física me atrapó en el bachillerato gracias a mi profesor Víctor Cervantes del colegio _____________, muy riguroso y exigente. El colegio donde estudié me permitía escoger énfasis, yo tomé uno en física y otro en inglés. Eso me dio una base fuerte: vi electricidad, magnetismo y cálculo vectorial antes de entrar a la universidad.

NM: ¿Y cómo fue tu llegada a la carrera de física?
JA: Llegué sin un rumbo claro, pero me sentía bueno para la física. En algún momento tuve que pausar la carrera por problemas económicos y estuve más de dos años fuera. Durante ese tiempo trabajé como jugador profesional para Microsoft en Colombia, algo muy raro en esa época. Eventualmente la Universidad Nacional me dio un ultimátum para volver, y decidí retomar. El semestre de regreso fue el más difícil —tercer semestre de física— pero logré salir adelante.

NM: ¿Ya en la universidad, cómo llegaste a la astrofísica solar?
JA: Al principio pensé en irme por física de partículas, pero me atraía mucho la física de fluidos, que considero la rama más bonita de la física. Luego descubrí la magnetohidrodinámica (MHD) y su conexión con la astrofísica solar. Todo se concretó cuando tomé mecánica analítica con el profesor Benjamín Calvo. No fue solo la materia, sino conocer su estilo de enseñanza y el ambiente del Observatorio Astronómico, que describo como “una familia”. "Lo que me terminó dando el empujón final hacia la astrofísica no fueron tanto los temas, sino la gente: el entorno del Observatorio y el apoyo del profesor Benjamín."

NM: ¿Y tu trabajo de pregrado?
JA: Lo hice con el profesor Benjamín, determinando el campo magnético de un loop solar con observaciones en ultravioleta extremo. Era pura teoría de oscilaciones magnetoacústicas. Paralelamente, sabía que debía fortalecerme en software y programación, así que tomé cursos de simulación y programación durante la carrera.

NM: Después llegó la maestría, ¿no es así?.
JA: Sí, ya convencido de seguir en astrofísica solar, trabajé junto a Juan Camilo en colaboración con Juan Carlos Martínez Oliveros, que fue un mentor fundamental a distancia. Queríamos que el área creciera en Colombia, así que iniciamos un seminario regular de astrofísica solar en inglés para que todos practicaran el idioma. El profesor Benjamín siempre nos apoyó.

NM: Ya después, por ejemplo, el profesor Leo es otra persona que también trabaja mucho en esas áreas, pero en su momento, tu contacto fue con el profesor Benjamín. ¿Qué significó para ti conocerlo?
JA: Conocer al profesor Benjamín como persona, maestro, tutor y amigo fue crítico. Sin su apoyo, creo que no hubiera podido sacar adelante la maestría en Colombia por cuestiones económicas. Debido a unas situaciones en la universidad, una beca a la que tenía derecho me fue retirada justo cuando iba a empezar la maestría. Yo le dije: “Profe, sin esa beca no puedo hacer la maestría, no me da para pagar el semestre”. Él me ayudó a conseguir otra posibilidad de beca, la de la maestría en Enseñanza de la Ciencia, que aún existe. Me convertí en uno de los monitores del Observatorio para esa maestría, y gracias a ese trabajo pude terminarla. Esto fue en gran parte por la gestión del profesor Benjamín, siempre velando por nosotros. Sabía que teníamos la pasión, pero también conocía las realidades de un país como Colombia: uno puede querer estudiar, pero hay que trabajar, y no es fácil. También debo reconocer a la profesora Clara Elena Sánchez, directora del programa, quien apoyó mucho las propuestas del profesor Benjamín, especialmente en ayudarnos a financiar nuestros estudios. Más que una historia romántica de que “siempre quise estudiar esto”, realmente fui avanzando gracias al apoyo de la gente con la que me sentía bien trabajando. Pensé en estudiar partículas, pero en la Universidad Nacional el ambiente era muy competitivo, incluso tóxico. En cambio, en el Observatorio encontré colaboración y eso me marcó.

NM: Entiendo. Y en ese proceso, ¿hiciste todo tu pregrado y maestría en Colombia, o tuviste experiencias de movilidad internacional?
JA: Sí, todo lo hice en Colombia, pero desde la maestría buscamos tener exposición internacional, aunque fuera pequeña. Queríamos que nos conocieran y preparar a los estudiantes para interactuar con un público internacional, incluso en inglés. Por eso impulsé que el seminario de Astrofísica Solar fuera en ese idioma. Hacia el primer año de la maestría se presentó la oportunidad de asistir a un workshop de Astrofísica Solar en Rusia. Nunca había salido del país. Aplicamos a un programa de movilidad de la universidad, que nos cubrió los pasajes; nosotros debíamos costearnos la estadía. Contactamos investigadores del Lebedev Physical Institute de la Academia de Ciencias de Rusia y logramos quedarnos como visitantes dos semanas después del workshop. Fue una odisea conseguir los papeles y recursos. El apoyo fue fundamental: el profesor Benjamín me prestó el dinero para el viaje. Incluso creo que también apoyó económicamente a Juan Camilo, que viajó conmigo. En Moscú, compartimos habitación en un hostal con Juan Carlos y Juan Camilo. Fue nuestro primer fogueo fuerte: dar una charla en un workshop internacional y aprender sobre astrofísica solar en el extremo ultravioleta. Aprovechando el viaje, también participé en una conferencia en Grecia y visité a un amigo en Alemania. Más adelante, organizamos una visita al Space Sciences Laboratory en la Universidad de Berkeley, donde trabajamos un mes en fulguraciones en luz blanca. También visitamos Boulder, Colorado, para el Boulder Solar Day, donde conocí a científicos como Charles Lindsey y Hugh Hudson, quienes luego colaboraron conmigo. En 2012 organizamos, junto con el profesor Benjamín, Juan Camilo y Juan Carlos Martínez, la primera escuela de Astrofísica Solar en Colombia, con expertos internacionales y trabajo práctico con datos. Fue clave para que dejáramos de ser desconocidos en la comunidad internacional.

NM: ¿Ese tipo de experiencias influyó en tu camino hacia el doctorado?
JA: Mucho. Me dio la confianza de pedir cartas de recomendación a científicos reconocidos, lo que fortaleció mis aplicaciones. Recibí varias ofertas y pude elegir dónde hacer el doctorado. Decidí pasar a astrofísica estelar, aunque pude haber seguido en astrofísica solar. También inculcamos a los estudiantes la importancia de buscar esas oportunidades. Aunque la maestría en Colombia no es fácil, el nivel es muy alto, incluso superior al de muchos programas en Europa. Durante mi maestría publicamos un artículo en Solar Physics, porque sabíamos que las publicaciones son la forma de mostrar que nuestro trabajo es legítimo. Uno de mis mensajes es que en Colombia hay un nivel académico excelente, y aunque falten recursos, tenemos creatividad y capacidad para competir internacionalmente. Cuando aparecen oportunidades, hay que tomarlas.

NM: Un consejo muy claro. En esa línea, ¿qué les dirías a los estudiantes jóvenes de Colombia o América Latina que quieran dedicarse a la astrofísica o las ciencias espaciales?
JA: Hay que quitarse un poco ese pensamiento de que lo que nosotros hacemos no es lo suficientemente bueno. Por eso te digo: tenemos un complejo… un complejo de que nuestra ciencia y lo que hacemos es como “ah, bueno…”, pero cuando uno les dice: “Bueno, ¿y esto se publicó? ¿Lo van a publicar?”, responden: “No, pero… ¿cómo vamos a publicar eso?”. Yo siento que hay un complejo, un miedo, de que lo que se está haciendo no es lo suficientemente bueno. Y una de las cosas que quisiera dejar como consejo es: hay que creer en lo que se hace en Colombia. Te lo digo yo, que estoy afuera: Colombia tiene un nivel muy bueno, completamente competitivo y comparable con lo que se hace en otros lugares. En muchos aspectos, incluso, hay cosas que en Colombia son más rigurosas que lo que se hace acá. Puedo dar fe de eso porque he visto cómo funciona, por ejemplo, el programa de maestría aquí en Alemania, y no se parece en nada al programa de maestría del que yo hice parte en Colombia, donde había un énfasis enorme en tener un background teórico muy sólido para muchas áreas, y también un interés en abordar el aspecto práctico. Ahora, sí hay una desventaja: tenemos menos acceso a grandes infraestructuras, como telescopios u oportunidades de ese tipo. Pero lo que tenemos es bueno: todo ese andamiaje teórico y, sobre todo, nuestra garra. Esas ganas de hacer las cosas bien y de no echarnos a morir ante la primera dificultad. Nosotros buscamos la forma, miramos cómo hacerlo y tratamos de ver dónde están esas pequeñas falencias que tenemos. Y esas falencias suelen ser justamente el no tener acceso a infraestructura grande o a grandes colaboraciones internacionales. Colombia no hace parte de la ESO ni de la ESA, no hace parte de estos grandes conglomerados que al cubrirle, les dan a los estudiantes acceso a un montón de programas y oportunidades. Por ejemplo, eso fue lo que hicimos durante nuestra maestría: identificamos que necesitábamos exposición internacional, necesitábamos salir, que nos conocieran, que vieran que no éramos simplemente unos desconocidos haciendo algo de astrofísica “quién sabe qué”, sino ir a trabajar con gente que tiene experiencia, gente conocida en el mundo, y que ellos dijeran: “Oiga, lo que están haciendo en Colombia es bueno, es interesante”. Ese sería uno de mis consejos: creer en lo que se está haciendo, pero también buscar oportunidades para conectarse con otra gente y suplir esas falencias que la investigación en Colombia todavía tiene. Y claro, muchos consejos pueden sonar a frases de cajón: perseverar, no rendirse… pero también hay que ser pragmáticos. Uno debe hacer lo que le gusta, pero ser realista. Por ejemplo: a mí me puede gustar muchísimo el violín, pero si empiezo clases y soy malo, y no tengo talento, en algún momento debo evaluar y decir: “No, prefiero buscar otra cosa”. Debe ser algo que te guste y que también se te dé un poco fácil. Ese balance hace que todo fluya mejor: disfrutas lo que haces y, al mismo tiempo, puedes hacerlo bien.

NM: Interesante la claridad sobre las falencias que nos ilustras, y que de alguna manera, también están sujetas al contexto sociopolítico del país. Sigamos… en relación con tu campo y el panorama actual de la astrofísica solar —y pensando también en los futuros astrofísicos—, ¿qué temas o proyectos te entusiasman más para un futuro cercano en astrofísica solar, estelar y exoplanetaria?
JA: Claro. Primero, una aclaración: yo soy un astrofísico solar por formación, pero profesionalmente no me puedo considerar así, porque mi investigación actual y los instrumentos que uso en mi trabajo cotidiano no son de astrofísica solar, sino de astrofísica estelar. Ahora bien, mi formación en astrofísica solar durante el pregrado y la maestría, y todo lo que aprendí ahí, me ayuda muchísimo. Me da un entendimiento más profundo que si uno solo estudiara estrellas sin haber pasado por el Sol. Siempre he pensado que uno debería pasar por astrofísica solar antes de dedicarse a las estrellas. Dicho eso, ahora mismo la astrofísica estelar está completamente entrelazada con el mundo de los exoplanetas: la caracterización de exoplanetas, el estudio de sus atmósferas y la búsqueda de condiciones que puedan ser propicias para la vida en el universo. Uno de los pilares fundamentales de la astrofísica moderna es justamente la búsqueda de vida fuera de la Tierra. Esa búsqueda puede ser de dos formas. Dentro del sistema solar, lo que implica enviar sondas, rovers, misiones a lugares como Marte o las lunas de Júpiter, para encontrar microbios o formas de vida primitiva. Y fuera del sistema solar, que es donde me muevo yo, la estrategia es distinta: buscamos señales en las atmósferas de ciertos exoplanetas que puedan ser indicadores de vida, o incluso señales que solo puedan explicarse por la presencia de vida como la conocemos aquí. Por ejemplo, buscamos planetas que orbiten estrellas parecidas al Sol y que estén a la distancia adecuada para que su temperatura superficial no sea ni muy alta ni muy baja, lo que en divulgación se llama la zona habitable. Es un término que puede ser confuso, pero la idea es acotar todas las condiciones físicas que un sistema planetario debería tener para que la vida pueda existir o prosperar. Y, sobre todo, encontrar señales irrefutables de que esa vida existe. El problema es extremadamente complejo: hay muchas señales que pueden confundirse con una señal de vida. Por eso, antes de hablar de biosignatures o bioseñales, hay que entender todas las posibles señales que puedan tener otro origen. Aquí entra todo: instrumentación, física estelar, actividad y magnetismo estelar… porque esos fenómenos se manifiestan como ruido en los datos cuando uno busca, por ejemplo, un gas que pueda indicar vida. Esto no es algo que pueda hacer solo la astrofísica: involucra ciencias planetarias, geofísica, expertos en atmósferas, instrumentación… es un problema totalmente interdisciplinar. Y creo que es el problema más fundamental que tiene hoy la astrofísica, porque toca una pregunta que toda la humanidad se ha hecho desde siempre: ¿estamos solos en el universo? Por primera vez en la historia tenemos quizás las herramientas y el andamiaje científico para intentar responderla. Y eso nos lleva a reflexiones filosóficas: ¿qué pasaría si no estamos solos? ¿Si hubiera otro planeta con seres como nosotros? Desde el punto de vista científico y técnico, creo que en los próximos 50 años —o incluso menos— podremos acercarnos a esa respuesta. Para mí, esa es una de las cuestiones más importantes. Aunque yo trabaje en magnetismo estelar, actividad y clima espacial, todos esos elementos son fundamentales para caracterizar exoplanetas y su entorno. Solo así podemos buscar esas señales pequeñísimas y difíciles de extraer de los datos.

NM: Respecto a esto que nos cuentas sobre la caracterización de los exoplanetas con sus respectivos entornos desde el contexto de la astrofísica estelar en el cual estás formado, ¿podrías explicarnos brevemente como se relacionan los fenómenos de actividad estelar con el clima espacial, y eventualmente, con la habitabilidad de exoplanetas?

NM: Esta pregunta podría ser de interés para varios estudiantes que cursas carreras científicas con enfoques computacionales. Revisando en tus trabajos, entendemos que haces con tu equipo observaciones de distintas longitudes de onda (EUV, SXR, HXR) con simulaciones 3D en MHD. Podrías explicarnos ¿Cómo se integran estos métodos y qué ventajas ofrecen para entender la física estelar?

NM: ¿Qué rol tienen los grandes telescopios o misiones espaciales actuales en tu trabajo? ¿Hay alguna misión o instrumento que consideres clave para los próximos años?

NM: Ya para finalizar, ¿hay algo que quieras compartir con los lectores de eSPECTRA? Ten en cuenta que tenemos desde personas con formación profesional hasta aficionados que buscan un espacio para aprender y estudiantes curiosos que están definiendo su camino.
JA: Sí, creo que lo primero que me gustaría decir es que me parece genial que exista una iniciativa como esta: un medio escrito enfocado en llevar estos temas a un país como Colombia, donde lamentablemente tenemos tantos otros problemas en el día a día que, claro, pensar en las estrellas a veces se ve como algo lejano. Incluso hay esa expresión de “estar embobado mirando el cielo”. Pero yo creo que no debemos perder eso. Soñar con cosas que parecen estar lejos nos permite generar conexiones distintas en la mente, y a veces eso que parece que “no sirve para nada” termina teniendo un impacto que trasciende nuestra vida diaria. Me encanta que el Observatorio esté liderando esta iniciativa: tener un medio escrito, en español, que acerque estos temas a la gente, para que procuremos afrontar la ignorancia en asuntos de ciencia. Lamentablemente, en Colombia aún hay mucho por hacer en estos temas, y este medio está poniendo no solo un grano de arena, sino una roca gigantesca para acercar a los lectores a lo que se está haciendo en el mundo. Otros países lo tienen muy claro. Aquí en Alemania, por ejemplo, todos los institutos grandes de investigación tienen su propio magazine: el AIP, el Max Planck… Lo entienden bien porque saben que la ciencia no puede ser solo para los científicos, encerrada en nuestro propio lenguaje, mientras el resto de la sociedad no entiende nada de lo que pasa. Tiene que existir un puente, alguien que comunique los descubrimientos, la tecnología que desarrollamos, las observaciones que logramos, a la gente común. Y estoy seguro de que, aunque muchas personas tengan otras ocupaciones y preocupaciones, en algún lugar profundo de su mente siempre está esa chispa de curiosidad. La astronomía tiene esa belleza: aunque uno no se dedique a ella, lo atrapa y lo lleva a pensar en cosas fantásticas. Por eso, quiero felicitarlos por este esfuerzo. Sé que no es fácil; una revista como esta implica mucho trabajo. Ojalá sigan adelante, que crezcan, que se expandan, que traigan a más gente, a más colombianos y latinoamericanos que hacen cosas valiosas en todo el mundo. Me parece una iniciativa muy, muy buena.

NM: Julián, muchas gracias por tus palabras y por concedernos esta valiosa entrevista, esperamos en un futuro volver a contar con tu participación en eSPECTRA.